21 May
21May

En la vida siempre existen preguntas que solo la naturaleza en su expresión nos puede responder; la flor de loto es una muestra de ello. 

Este pedacito de naturaleza ha sido creada para muchos fines, pero para los seres humanos que vivimos nuestra maravillosa creación es un ejemplo vivo de identificación. 

En nuestra evolución y creación siempre se unifican los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego.

Somos en un 90% como la flor de loto. Venimos a la tierra con algunos karmas en función a nuestra evolución. Esta nace de un lugar oscuro, sin aire, ni sol, pero persevera; ella en su inteligencia infinita entiende que todo es por una razón.

No se queja de ser solo verde ni de crecer en un lugar que a simple vista no brinda nada admirable. Todos los días su consciencia sube, se vuelve más fuerte para que ningún microorganismo dañe su crecimiento, y sigue su naturaleza.

Hasta que un día tiene contacto con la brisa. En su quietud  y plenitud ha prevalecido su fortaleza contra lo turbio, y entiende el porqué de todo ese proceso. Si no hubiese vivido cada una de sus etapas de crecimiento no supiera su valor. Es común olvidar lo que valemos.

La flor de loto entiende su karma, lo vive. Lo trasciende y se convierte en la mejor expresión de sí misma. No se queja ni se emula ante otra flor porque entiende que es parte de un todo, por ende, simplemente existe y confía.

Nunca es tarde para comenzar a crecer. Busca tu pureza, encuéntrala dentro de ti.

Hagamos cultura ser como la flor de loto, la posibilidad infinita de crear, florecer y lograr, bajo la tranquilidad, un crecimiento y renacimiento infinito.

Mucho viento en contra,

Alejandra Castillo.

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